La pechuga de pollo es algo que en sí misma no vale un duro. No sabe a nada. De ahí que el uso de condimentos se haga preciso e imprescindible para convertir algo que no sabe a nada en un auténtico manjar. Sano y rico.
Los ingredientes son:
1º Pechuga fileteada (o sin filetear, en cuyo caso filetearla antes de empezar).
2º Ajo picado.
3º Pimienta negra molida.
4º Vino oloroso.
5º Romero.
6º Aceite de oliva.
7º Sal.
Y pasemos a la elaboración en sí:
PRIMERO: Lo de siempre, chorreoncito de aceite en una sartén. Calentar.
SEGUNDO: Mientras, sazonar los filetes con el ajo molido, la pimienta negra molida y la sal.
TERCERO: Filetes a la sartén, y vigilar para darle la vuelta, pero sin que se doren demasiado.
CUARTO: Una vez hechos los filetes, le toca el turno al romero, y al vino. Yo recomiendo uno que se llama "El guiso", pero vale cualquiera. El vino debe cubrir los filetes, y dejar que se vaya reduciendo, pero sin llegar a desaparecer, porque va a ser la salsa al servirlo.
Y ya está. Sencillísimo y en unos minutos hecho. Es una buenísima manera de sacar partido a unas pechuguitas de pollo, insípidas en sí mismas. Ojo, porque si lo hemos hecho bien, y no se nos ha evaporado todo el vino, la salsa que nos queda está deliciosa, el vino con la condimentación que da, sobre todo, el romero.